1) Mensaje al lector/a

                      “Yo invito a todos mis hermanos en la tierra a que se familiaricen con los eventos de Mi vida que hasta el día de hoy han quedado ocultos, pues si bien hasta ahora me he servido de mis más cercanos colaboradores para difundir la información acerca de lo que viví, todos estos registros han estado en mayor o menor medida ajustados a un canon teológico. Por ejemplo: el conflicto que surgió en la mente de José acerca de la Inmaculada Concepción, Mi nacimiento en un pesebre, la huida de la Sagrada Familia a Egipto, etc. 
Sin embargo es preciso que el buscador que verdaderamente se interese en conocer los misterios que envuelven a la vida del Hijo de Dios esté dispuesto a considerar que detrás del escenario de lo conocido y aceptado por la generalidad, se esconde una realidad que podría considerarse como “fantástica” para cualquiera. 
Imagínate querid@ lector/a: si actualmente es seguro que estos mensajes serán objeto de crítica y controversia ¿qué hubiera sucedido si los habitantes del Israel antiguo y sus alrededores hubieran tenido una leve sospecha de la verdadera dinámica de vida que la Familia de Jesús acostumbraba diariamente? No sólo hubieran dudado -como de hecho lo hicieron- de considerarme como el “Primogénito del Altísimo” sino que hubieran huido despavoridos al ser testigos de  la manera como nos transportábamos de Nazaret al desierto.
Lo más probable es que hubieran pensado que tal evento fuera obra de demonios y entidades venidas de la oscuridad más inescrutable. 
El ser humano, por naturaleza tiende a desconfiar e incluso destruir, si puede, aquello que no comprende. 
En la época actual la humanidad presume de un gran avance tecnológico y científico que le ha permitido llegar incluso a lugares tan inaccesibles como la luna y los planetas más cercanos a la tierra. Y sin embargo niegan completamente la posibilidad de que el mismísimo Hijo del Creador pudiera servirse de esta tecnología y otra más avanzada aún, para así cumplir con la misión más importante durante su estancia en la tierra. 
Créeme estimad@ lector/a: no hay nada, que no hiciera Dios como el Padre amoroso que es, para proteger a Su prole, como la gallina que reúne a sus polluelos bajo su cuerpo… 

Mateo 23:37 ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos como la gallina junta a sus polluelos debajo de sus alas y no quisiste! 23:38 He aquí que vuestra casa os es dejada desierta. 23:39 Porque os digo que desde ahora no me veréis hasta que digáis: Bendito El que viene en el Nombre del Señor. 

 Con profundo amor y respeto: tu Jesús”.

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