11) Mi Madre, José y los Esenios
Querid@ lector/a:
Mi Madre fue entregada por mi abuela al Templo de Israel, a la edad de tres años y ahí recibió los cuidados y la formación más básica para una joven consagrada a Dios como su propia madre y padre lo habían prometido.
Cuando cumplió quince años, los sacerdotes del Templo decidieron hacer una celebración especial en la que por Voluntad del Padre se le entregaría al joven que fuera escogido, para desposarla con él. Y aunque mi Madre no deseaba contraer nupcias con nadie, pues su firme propósito era el de seguir totalmente dedicada al servicio de Dios, Ella no podía continuar viviendo en el Templo por más tiempo, después de su pubertad.
José fue el afortunado elegido en aquél especial rito que se celebró con el fin de que él cuidara por un tiempo de mi Madre y más tarde se unieran en matrimonio. Sin embargo tuvieron que pasar algunos años para que llegara ese momento, pues tanto Ella como José, debían recibir la especial preparación que precisaban para ser la Madre y el padre adoptivo del hijo de Dios.
Esta preparación les fue impartida, por los llamados Esenios, quienes eran uno de los grupos que a pesar de considerarse parte de la asamblea judía no observaban las mismas tradiciones o prácticas de adoración a Dios o de convivencia con sus paisanos.
Los miembros de esta singular “orden” realizaban la alabanza a Dios de una forma más íntima, pues aunque consideraban importante asistir a las celebraciones que se llevaban a cabo en el Templo, también pensaban que la práctica de la oración y del constante contacto con la naturaleza les aportaría un conocimiento mas profundo del Padre Divino, creador de tantas maravillas.
Cuando comenzaron a tomar parte de esta dinámica especial, mi entonces futura Madre y José aprendieron los hábitos particulares de la notable secta, entre ellos: las ceremonias que involucraban a los cuatro elementos en sus prácticas de alabanza, con el objeto de tener más presente el agradecimiento que sentían y querían expresar a Dios por las bendiciones que todos recibimos a través de la lluvia, de la luz del sol y de los regalos de la tierra que alimentan nuestro cuerpo, día con día.
Dentro de sus prácticas, los esenios por lo general rechazaban el uso del dinero y aunque en ocasiones acudían al trueque, lo que deseaban ejercitar era la compasión hacia la gente a su alrededor a la que trataban de aportar, sin pedir nada a cambio.
Ellos recibieron el mandato del Padre acerca de cobijar a José y a su Prometida en el seno de una asamblea en la que se les mostró cómo conocer las distintas clases de plantas que a su paso podían encontrar y aprovechar de ellas sus propiedades curativas así como con el universo de maravillas naturales en las que podemos admirar la expresión más pura del Amor Divino.
Y aunque su participación en estas nuevas prácticas no exigía de ellos la asistencia a ningún sitio de culto en especial o la renunciación a sus bienes, sí ayudó en mucho para que ambos pudieran expresar sus inquietudes personales en cuanto al ejercicio de la devoción y el profundo anhelo que ambos guardaban por conocer más de cerca el entorno natural y celeste que provee al género humano de hogar y sustento. También aprendieron de ellos el arte de la interpretación de los sueños y bajo su orientación, mi madre pudo desarrollar el Don de la profecía.
Fue durante ese tiempo de convivencia y entrega a las prácticas espirituales de este grupo, que mis futuros padres comenzaron a desarrollar una visión diferente de Dios, dentro de la cual se empezaron a considerar a sí mismos "Templos Vivos de Dios", concepto que mas tarde el cristianismo heredara.
Y fue que rodeados de este apacible ambiente, mi Madre quedó preñada de mí por el Altísimo, a la edad de 18, pues fue hasta entonces que pudo alcanzar la madurez necesaria, para realizar la misión para la que había estado preparándose, en compañía de José con quien compartiría en adelante el camino de la Maternidad en Dios.
De esta forma, ellos cumplieron cuatro años de asistir y participar intensamente con "Los hijos de la Luz" como ellos se hacían llamar y unos meses después, fueron visitados por los ángeles que los llevarían a conocer el hogar adonde continuarían su entrenamiento como mis guías espirituales y protectores terrenales: La Casa del Desierto de la que ya he hablado anteriormente*.
Ya estando ahí, vivieron el milagro de poder convivir de cerca con ángeles y arcángeles, así como maestros de otras dimensiones que los asesoraron en todo lo referente a mi próximo nacimiento.
Y como ya lo había mencionado en otro mensaje: casi desde el principio de su relación, José ya estaba al tanto de la próxima Concepción Virginal de mi Madre. Y aunque no les fue tan fácil adaptarse a las condiciones que ambos tendrían que observar para mi formación y cuidados, sólo fue cuestión de tiempo para que la Divina Promesa que mi Madre y José anhelaban recibir, se concretara en una realidad.
Así que después de seis meses de haber llegado a su "nueva casa", ellos, convencidos de la importancia de su misión, y de que sin duda estarían poniendo lo mejor de sí mismos para poder cumplirla: contrajeron matrimonio en Jerusalén, rodeados de un ambiente festivo sí, pero también cuestionados por la mirada acusatoria de varios de los asistentes, que no podían ver con buenos ojos a una mujer -que paso casi su infancia completa en el Templo- embarazada, celebrando nupcias con un distinguido miembro del Sanedrín.
Con gran respeto, con gran amor: tu Jesús.”
*Se sugiere leer el relato No.1 llamado "Mi Madre María, José y un Viaje a Casa"
Reflexión
La mayoría de los católicos conocen la historia de José después de enterarse de que su novia se encontraba en cinta, cuya somera descripción se encuentra en la Biblia. (Evangelio de Mateo 1:18-25).
Sin embargo, en esta revelación, el Maestro nos comenta que José no tuvo ninguna duda acerca de la Concepción del bebé y la pureza absoluta en la que se llevo a cabo, pues desde el momento en que la Madre de Jesús lo puso al tanto de lo que el "Plan de Dios" les deparaba, él confió plenamente en su palabra.
Este hecho podría llamarnos mucho la atención, pues en esos tiempos no se le daba ningún valor a la palabra de la mujer...de hecho las mujeres se embarazaban por lo general cuando apenas eran adolescentes y en este caso vemos que María podía muy bien ser considerada "estéril" -por haber llegado a tan avanzada edad (18 años) sin hijos- y hasta "promiscua" por haber permanecido tanto tiempo al cuidado de un hombre y embarazarse según ellos de él (en este caso de José) sin estar casada.
Pero pensamos que José, guardaba una conexión tan estrecha con Dios (pues dedicaba largas horas a la oración), que no tuvo problema para darse cuenta inmediatamente, que su futura esposa hablaba con la verdad.
Existe la teoría de que Jesús nació en realidad un 6 de enero y aunque el sitio que lo vio arribar al mundo, estaba “en medio de la nada”, fue indispensable que Su madre en compañía de su nuevo esposo, pasaran gran parte de su tiempo en la Casa del Desierto, antes de comenzar sus ires y venires diarios, en compañía del Divino Niño.
