8) ¿Inocencia o Realidad?

           
                              
        

 "Querid@ Lector/a:

         Recuerdo que sobre el pequeño lugar adonde yo vivía, se cernía una quietud y como un respeto, que era casi como si mi Padre hubiera querido conservar la tierra en su estado virginal, por lo que: una casa acá y otra allá, salpicadas sobre el verde tapiz del suelo, ocupaban apenas unos "metros cuadrados", a los que llamábamos Nazareth.   

Era ya entrada la noche y yo recién me había levantado de mi lecho para ir adonde mi madre, pues quería aprovechar que estaba sola y arremolinarme a su lado para dormir, más a gusto.
En esa ocasión, ella y yo estábamos solos en casa, pues papá José había tenido que salir a visitar a sus primer@s hij@s... pues habrás de saber que por ser hombre viudo, él era padre de varios jóvenes a los que todavía trataba de cuidar,
Era raro que fuéramos visitados por algún hermano extraviado o peregrino que buscara un refugio para descansar. Pero esa noche, escuchamos el sonido de varios caballos y sus relinchos, que en medio del silencio parecían los gritos de un furioso viento que amenazaba con matar: los cobradores de impuestos llegaron a mi pueblo.

Al entrar a casa de una forma intempestiva rompieron todo lo que a su paso encontraron y mi Madre, aunque nunca perdió la calma, sí recuerdo que se mostró un poco asustada, pero sobre todo: triste.                    
Todo paso muy rápido, pero la imagen de ella llorando dando la espalda a la puerta, mientras miraba cómo nuestras cosas parecían haber sido arrastradas por un vendaval, quedo impresa en mi memoria. 
Ellos preguntaron por el jefe de la familia y al enterarse de su ausencia, se enfadaron tanto que después de casi destruir cuanto objeto encontraron a su paso: se marcharon tan violentamente como hubieran llegado.
Nosotros apenas pudimos dormir un rato y luego mi madre decidió que lo mejor sería no faltar a nuestra costumbre de viajar a la Casa del desierto, pues quedarnos a lamentar lo sucedido nos haría sentir peor... 
Por lo que apenas unos instantes, antes de que empezara a clarear: subimos, como cada mañana a nuestro "carro de fuego", que nos transportaría diligente a nuestro segundo hogar: La Casa del Desierto.

De pequeño, cuando muy temprano, de mañana, llegaba a este extraño y hermoso hogar subterráneo, con mamá y a veces con José, los ángeles que nos visitaban me llevaban a una zona adonde había más vegetación y muchos árboles. Juntos disfrutábamos  de las diferentes plantas y las variadas flores que adornaban la vista con sus formas y colores y ellos correteaban conmigo jugando a algo que llamábamos "la mosca ciega". 

Pero ese día, apenas llegamos, mi mamá me dio la triste noticia de que mis amigos celestiales, no iban a poder venir, a jugar conmigo.

Sin embargo, y para mi sorpresa, ellos llegaron y me invitaron a salir para disfrutar de la soleada mañana. Yo no tenía ganas de nada pues me sentía todavía con miedo y con la zozobra de que aquellos hombres se presentaran de nuevo, pero ellos insistieron en salir a dar un paseo.

Una vez que llegamos a un verde pastizal y notando que Yo no estaba de humor para jugar o para hablar, sólo se sentaron a mi lado bajo la sombra de un árbol y los tres –Mis dos amigos alados y yo- nos quedamos en silencio.

Cerré los ojos y Me recosté en el mullido tapete de hierba cuando comencé a notar que flotaba en el aire el sonido de un ave que nunca había escuchado. En ese momento, y bajo la influencia de tan tranquila compañía, me pareció que aquella dulce tonada venía más de un ser sobrenatural que de este mundo. 

También recuerdo que uno de Mis acompañantes me puso su mano en la frente para que me relajara y no pensara más en lo que pudiera estarme molestando. Yo seguí poniendo mucha atención en el canto de aquél misterioso pájaro y pronto noté que a su melodía se iban agregando de a poco, las melodías de otras aves distintas. 

Cada una tenía un tono y una cadencia diferente pero lo asombroso era que a pesar de llevar un ritmo desigual, todas parecían conformar una sola canción llevada por varias voces. 

Creo que me quedé dormido ya que después de varios minutos y gracias al consuelo y la paz de esa bella serenata, acabé como mecido por una cálida brisa. 

Cuando desperté me encontraba de nuevo en casa. Luego escuché la voz de José que me llamaba, para que me levantara a ayudar a mamá a servir los alimentos que tomábamos por la tarde.

Cuando nos sentamos a la mesa pregunté a Mamá María qué había pasado.

- Ay mi niño...tan luego como llegamos allá te pusiste muy triste porque tus amigos no iban a poder salir a jugar contigo...de por sí ya ibas con el susto de ayer...me imagino que te aburriste de esperar...y te quedaste dormido.....y de regreso, sólo te cargue hasta tu cama, pero tú estabas bajo un sueño tan profundo que no te diste cuenta que ya estábamos de regreso en Nazareth-

-Aquellos extraños hombres… ¿van a volver a venir ma´?- pregunté.

-No lo sé mijo- respondió mi Madre-pero si lo hacen no te preocupes, nada va a pasar-

-¡seguro!…- dije sonriendo -¡seguro estaremos bien!-

Más tarde le conté mi sueño a mis padres y vieron lo sorprendido que estaba al notar que aun cuando nuestros acompañantes alados podían "aparentemente" ausentarse, los guardianes de la Sagrada Familia siempre se hacían presentes, de una forma u otra... para cuidar de nosotros. 

                                                  Con gran respeto y amor: Tu Jesús"    


Reflexión.

Cuantas veces hemos escuchado la expresión: ¿porque Dios permite estas cosas?...Jesús nació rodeado de cariño y cuidados pero ni eso, ni el hecho de ser el "Primogénito de Dios" lo habrían de hacer una excepción en las experiencias vividas.

Tal vez, querid@ lector/a, te estarás preguntando en donde estaban los ángeles guardianes de la familia de Jesús en el momento en que aquellos hombres irrumpieron en su casa.

Y la verdad es que a cualquiera le gustaría que entre los hijos del Creador existiera aquél que pudiera sentirse completamente a salvo de cualquier eventualidad, en su caminar por el mundo, pero esto no podría ser así si Dios no fuera un Padre amoroso y justo.

El Plan de Dios para con Sus hij@s no es -como a veces lo pareciera- el exponerlos a todos a los peligros 


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