16) Mis Primeros Encuentros con Juan
Esa fue la razón por la
cual Isabel comentó que su hijo había “brincado” de gozo en su interior pues en
ese momento ambos percibieron el Aura de Amor que rodeaba a mi Madre, la cual
era tan fuerte que hubiera podido traer a un cadáver de vuelta a la vida.
Isabel también era una
mujer muy especial ante los ojos de mi Padre Dios que se había esforzado en
complacerLo por muchos años así que la Gracia la tocó haciendo posible que
quedara preñada a avanzada edad; que Juan creciera en el amor del Padre-Madre y
que me buscara sin conocerme y me amara sin haberme visto jamás.
Y creo que esto último fue posible gracias a que yo lo visitaba en sueños: yo fui su Maestro –sin conocer realmente lo que el futuro nos deparaba-desde muy pequeño.
Yo soñaba como desde los seis años que uno de mis hermanitos ángeles me llevaba a un campo lleno de flores y árboles frutales y que nos sentábamos a jugar en la rivera de un río.
De repente en uno de estos sueños, el niño Juan apareció de entre los árboles y me saludó por primera vez. Para mí fue una gran sorpresa pues sin conocerlo yo experimenté un amor muy profundo por él y además algo dentro de mí me hacía sentir que lo conocía desde muchísimo tiempo atrás cuando, en sueños, era la primera vez que lo veía.
Estos sueños se fueron
repitiendo eventualmente y cada vez que nos encontrábamos lo hacíamos en el
mismo lugar: junto al río. Él me hacía preguntas que yo me esforzaba en
responder. Pero debo decir que generalmente sentía la inspiración de mi Padre-Madre
en el cielo para poder responder pues de otro modo dudo que hubiera podido
hacerlo.
Durante la vigilia – es decir, una vez despierto- yo le preguntaba a mi ángel qué significaban esos sueños y quién era el niño con el que yo siempre hablaba: él decía que era un niño que iba a preparar mi camino para cumplir mi Misión y que en el futuro lo entendería.
Después de muchos años, cuando cumplí los 18, soñé que yo lo bautizaba en el río en donde siempre nos encontrábamos y le di un nombre diferente advirtiéndole sobre no revelarlo jamás. Le comenté que ese nombre era una palabra muy especial que él debía repetir para ponerse en oración y seguir recibiendo la sabiduría de mi Padre sin necesidad de que yo continuara visitándolo.
Recuerdo que ambos
lloramos y nos despedimos pues los dos intuíamos que ya no nos íbamos a
encontrar de nuevo en sueños.
Y así fue. A partir de ese
día ya no volví a soñar con él pero sí lo volví a ver 12 años después cuando
nos encontramos en el Río Jordán.
En ese momento fue él
quien me bautizó y ambos disfrutamos de un momento muy breve pero muy feliz al
poder volver a encontrarnos – esta vez en la realidad de la vigilia- y él me
abrazó con un gran entusiasmo pues en el fondo sabíamos que esta era en
realidad, nuestra última despedida.
Con profundo amor: tu Jesús"
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